El Misterio del Cristo del Otero - Palencia


Hacía mucho que no escribía sobre el mundo del Misterio, y qué mejor modo de hacerlo, que hablando de mi tierra: Palencia.

Y es que el Cristo del Otero, el más grande de Europa, y el segundo más grande del mundo, guarda su historia...

Su estatua fue construida por uno de los escultores más famosos de España del siglo XX, Victorio Macho.
 Y su historia, nos la contaron hace un par de años en televisión, en Cuarto Milenio presentado por Iker Jiménez.








Sin embargo, ¿quién sabe que hace más de 800 años hubo otro Cristo del Otero en otro cerro al lado del actual? Una estatua más grande que la actual, aunque no era de granito.

Nos remontamos al año 1171, año en que nació la reina de Castilla Doña Berenguela, hija del rey Alfonso VIII. A ambos les encantaba la ciudad de Pallantia, nombre romano de la actual Palencia. Vinieron a visitarla varias veces,y en una de ellas, cuando empezó a tomar forma el proyecto que ella deseaba, erigir una colosal estatua del Corazón de Jesús en el cerro más alto de la ciudad, pese a estar algo más alejado del casco histórico, de 30 metros de altura y 5 metros de diámetro en la base.

La estatua fue de oro, se veía desde los cuatro puntos cardinales dado el reflejo del astro rey sobre ella. Pesó mas de 11.000 toneladas y trajo grandes riquezas a la ciudad, debido al peregrinaje.

Pero, ¿qué fue lo que ocurrió para que esa estatua no llegara hasta nuestros días?

Los Pallantinos nos hicieron llegar después de más de 700 años un papiro envejecido por el tiempo en el que se narra lo siguiente:

Una tarde, el cielo se cubrió de nubes amenazantes, desencadenándose una tormenta como las que nunca hubo, donde el estruendo de los truenos hacía temblar las casas, donde las cataratas provenían del mismísimo cielo, inundando la ciudad y sus campos.

La tormenta se alargó durante toda la noche, y fue tal la dimensión de la tormenta, que los pallantinos optaron por encerrarse en sus casas con el cerrojo echado y asegurado, mientras trozos de hielo, del tamaño de un puño, caían del cielo mezclándose con la lluvia, cayendo sobre los tejados.

Y fue cuando al amanecer, la población se dio cuenta, en aquel 10 de diciembre de 1344, de la desaparición de aquella monumental figura de oro.

Cientos de rumores sobre la desaparición  existieron, desde el robo (descartado por su excesivo peso), su fundición debido a los innumerables truenos que podrían haber caido sobre él (descartado ya que los pallantinos fueron con picos y palas hacia el cerro y no encontraron absolutamente nada)... Pero aún hoy sigue siendo un misterio, uno que no ha sido olvidado...

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