Lo Inexplicable. Capítulo 1: Casa Embrujada




Sombras en la oscuridad, reflejos inexplicables, portazos en la noche, escaleras desnudas que chirrían, objetos que se mueven solos, juguetes que se encienden solos en mitad de la noche,  respiraciones invisibles… son muchos y variados los modos que tiene el mundo espiritual de comunicarse con los vivos.

Lanzamos una pregunta al aire y muchos de vosotros no dudasteis ni un segundo en querer compartir vuestra historia. Nada imaginado, nada ficticio, absolutamente todo es real, son vuestras propias experiencias las que os han traído hasta aquí…

Apagad las luces, cerrad puertas y ventanas, abrid la mente hacia lo desconocido… 

Comienza el primer capítulo de Lo Inexplicable

Esta historia tiene lugar en el mes de octubre de 1987 en una casa de la calle Cabrera. No recuerdo si era entre Malabia y Armenia o Armenia y Gurruchaga del barrio de Palermo (Argentina).
 historias

"La foto de esta casa está sacada de Internet, es sólo para que os hagáis una idea de la casa."


Ese año yo estaba haciendo el Servicio militar en las canchas de Polo de Palermo y me había hecho medio amigote de Alberto, un carpintero que hacía la parte de mantenimiento en Remonta, dentro de las canchas. Como yo era soldado en Logistica, estaba mucho en contacto con él, así que teníamos una buena relacion.  
magia negra
       "Cancha de Polo de Palermo, Dirección de Remonta y Veterinaria, Ejército Argentino".

Un día estábamos comiendo un asado con los suboficiales y los otros soldados cuando apareció Alberto y se sentó a mi lado. Charlamos de cosas intrascendentes y en un momento yo le hice un comentario sobre su aspecto, se lo notaba cansado. Entonces me respondió que sí, que no estaba durmiendo bien hacía un tiempo. Le pregunté si tenía problemas con los hijos, tenia 4 hijos, y me dijo que no, que los problemas eran con la casa... Obvio que eso despertó mi curiosidad, así que de nuevo le pregunté qué pasaba con la casa y entonces me comentó que la casa no los quiere, que los esta echando.

terror
               "Foto de la casa mas famosa por sus fenomenos paranormales, Amityville."

Que una casa te eche no lo entendía, así que volví a preguntar cómo era eso y me respondió que él vivía en una casona vieja donde se escuchaban ruidos de noche, las luces de la casa se encendían solas por la madrugada, muchas veces al lavar ropa (la lavadora era casi desconocida en esa época) o los platos, el agua empezaba a salir sucia y con olor a podrido, se escuchaban pasos en la escalera que da a la terraza y lo peor de todo era que los vecinos le habían comentado que hacia un tiempo ya que veían a alguien vestido todo de negro y con un sombrero entrar a la casa desde la vereda por la noche, ¿y eso qué tiene de raro diréis? Este tipo vestia ropas pasadas de moda, como la ropa que se usó alrededor del 1900.
                     relatos
                                                       "Traje de época, años 1900."

El punto culminante habia sucedido dos semanas atrás cuando la esposa subía a tender la ropa en la terraza. La escalera tenía una baranda de metal con vidrios repartidos de colores de unos 20x20 cm. Al empezar a subir, uno de los vidrios estalló sin ninguna razón aparente y le produjo un corte en la pantorrilla que requirió de puntos de sutura. 

Ese día la esposa había dicho basta, agarró a los 4 hijos y se fue a la casa de la madre a dos cuadras de allí, no quería pasar ms la noche en la casona, los chicos tenian miedo también, así que se fue. Alberto se quedó porque temía que al ver que no había nadie por la noche le entraran a robar las pocas cosas que tenían. 

Yo estaba entusiasmadísimo con el relato, una casa embrujada al alcance de la mano, y como siempre me habían gustado las cosas paranormales (típico error de adolescente), queria conocer la casa. Así que le pregunté si quería que lo acompañara una noche, así no estaba solo, a lo que me respondió que sì, que fuera al día siguiente cuando salieran de Remonta.

El día siguiente era viernes y tanto los soldados como el personal civil se retiraban a las 13 hs. Yo había llevado un bolso con una muda de ropa, un calzoncillo (en caso de que me cagara encima) y una Biblia de mi madre, sí muchachos: una Biblia. Me pareció más oportuna para la ocasion que un revolver calibre .38 con cañon de 4 pulgadas. Nunca fuí un católico muy devoto pero en esta oportunidad estaba dispuesto a serlo. 

Nos fuimos al mediodía, como ya dije. La casa era una típica casa estilo chorizo construida a principios del siglo XX, con un paredón alto y una puerta como único acceso que daba al patio de la casa y a la galería. Para el que no las conoce las casas "chorizo" o de estilo italiano "pompeyano" tienen una arquitectura muy particular, son casas construidas a lo largo del terreno con una galería techada que da al patio y todas las habitaciones tienen la puerta principal de entrada mirando hacia la galería. El baño tambien se encuentra por fuera, al final de la galería por lo general. En algunos casos las habitaciones se comunican interiormente a través de puertas. Esta casona era así. 

Nos pasamos la tarde charlando de tonterías. Acompañé a Alberto a comprar madera en una maderera en la Av. Córdoba y regresamos a la casa. A eso de las 6 de la tarde estabamos tomando mate (bebida típica argentina) en la galería de la casa cuando de repente una maceta, que estaba en un estante sobre la pared medianera, voló y se hizo pedazos contra el piso cerca nuestro. Todos nos quedamos callados y el ambiente empezó a estar tenso.

A eso de las 8, la mujer se empezó a preparar para irse y nosotros prendimos el fuego para comer una tirita de asado y un par de choris. Yo nunca bebí alcohol o bebía muy poco, pero ese día compramos una cerveza y una gaseosa, así que estabamos en condiciones. 

La esposa se fue y nosotros comimos; nos quedamos charlando de todo un poco. Alberto esquivó siempre hablar sobre la casa, supongo que para no meterme presión o preocuparme. 

En un momento Alberto miró el reloj y me dijo "Son la una de la mañana ya, vamos a dormir". Me dió la habitación de las nenas que estaba junto a la suya y se comunicaban por una puerta interior. Me acosté pero no me podía dormir, estaba nervioso, con un poco de miedo. Al rato de estar acostado el sueño me llegó y me dormí. 

No sé qué hora sería porque en aquel entonces yo no usaba reloj, calculo que sería entre las 2 y las 3. Escuché cómo golpeaban la puerta del frente con insistencia, el ruido me despertó. Escuché un rato y al ver que Alberto no se levantaba fuí hasta la puerta y lo llamé.

-Alberto alguien está llamando al frente

-No le des bola- me contestó, así que insistí 

-¿Y si es tu esposa que no tiene la llave para entrar?

A lo que me respondió algo que me heló la sangre:

-No, mi esposa tiene la llave, están golpeando la puerta de la cocina

¡Estaban golpeando dentro de la casa! Me agarré un cagaso padre, salí corriendo y me tiré en la cama sin apagar la luz, me tapé hasta la cabeza (como si una sábana y una frazada me fueran a proteger como una especie de escudo protector del Enterprise contra una entidad maligna) y me quede ahí acurrucado muerto de miedo. 
 Lo primero que pensé fue en agarrar la Biblia; para eso tenía que levantarme porque habia dejado el bolso en una silla al lado de la puerta que daba a la galería. Repasé mentalmente cada movimiento para ir a buscarlo y me destapé de golpe para hacer todo bien rápido, pero para mi sorpresa la luz ahora estaba apagada, ¿por qué?, me tapé de nuevo y me quedé duro. Sentí algo que los libros definen como "Parálisis del sueño", es algo así como estar despierto pero no poder moverse ni gritar, sentía como si tuviera el peso de una persona encima mío, no podía respirar casi, hasta que con gran esfuerzo pude gritar 
-Albertoooooooooooooooo

Alberto se levantó rapidísimo, en no más de 5 segundos estaba al lado de mi cama y me dijo: 
 -Que te pasa flaco?-.  Recién en ese momento recobré el control sobre mi cuerpo. 
Me destapé y le conté que la luz de mi cuarto se había apagado sola. Acto seguido me dijo que llevara el colchón para su dormitorio, así dormíamos los dos en una sola habitación, que había sido una tontería traerme.

apariciones


Pasamos las cosas y nos volvimos a acostar. Mi colchón estaba entre la cama y la puerta que comunica ambas habitaciones, yo estaba tranquilo que la puerta no se podía abrir porque yo la bloqueaba; pero si algo así les pasa a ustedes fijaros bien de comprobar que la puerta efectivamente abra hacia vosotros, no como a mí, que la puerta se abría hacia el otro lado. En ese momento no me dí cuenta de ese detalle, gracias a Dios.


No sé si porque estaba muy cansado o porque el no dormir sólo me ayudó, pero me dormí inusualmente rápido.

Otra vez, no sé qué hora era, calculo que entre las 4 y las 5, escuché claramente cómo se abría la puerta que comunicaba a los dormitorios de los chicos. El sonido de las puertas viejas son inconfundibles, son pesadas y chirrían mucho. Escuché atentamente y oí bien la puerta primero y luego pasos que se dirigían a mi puerta (los pisos de las habitaciones eran de madera y crujían bajo el peso) y en eso siento que una mano me toca el hombro, casi salgo disparado por la puerta del frente, salté en la cama y miré, era Alberto que me quería despertar, él también había oído los pasos.

Encendió la luz y los dos nos quedamos escuchando, nada, las pisadas se detuvieron del otro lado. Yo recé un Padre Nuestro y me quedé inmóvil.

Nos volvimos a acostar y esta vez escuchamos los dos el inconfundible sonido de dos personas murmurando en la oscuridad de la galería.

A estas alturas yo quería estar en mi casa acostado en mi cama. Fuimos hasta la puerta que daba al patio y miramos en la oscuridad (para prender la luz del patio habia que salir a la galería, ¿me queréis decir quién fue el genio que hizo la instalación eléctrica?) pero no vimos nada.

Nos tiramos de nuevo en la cama, y digo tiramos porque ya no había ánimo para dormir y escuchábamos atentos, con la luz encendida. Podíamos oír claramente ruidos en la terraza como si estuvieran moviendo cosas pesadas, y después los pasos en la escalera. Cada tanto intercambiábamos opiniones sobre lo que podía estar pasando, tratando de encontrar una explicación racional. Sé que se puede pensar que eran ladrones, pero lo curioso es que nunca se llevaron nada.

Todo esto continuó hasta que empezó a amanecer. Con la llegada de la luz del día los ruidos cesaron.

A partir de ese momento me juré a mí mismo que nunca más volvería voluntariamente a una casa así.

Sobrenatural

Yo me fuí de baja en noviembre del Servicio militar, continué un tiempo hablando por teléfono con Alberto, pero después de un tiempo hasta dejamos de llamarnos. Muchas veces también comentamos lo que pasó esa noche, a él le pareció bueno que alguien ajeno a su familia también hubiera escuchado y visto cosas, confirmaba que no estaban locos.

Alberto dejó la casa una semana despues de este episodio, cansado de no poder dormir a causa de los ruidos, alquilaron un apartamento más pequeño y estaban medio apilados los seis, pero ya no escuchaban ni veían cosas raras.



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