Lo Inexplicable. Capítulo 3: La Ouija


La Ouija es un medio para comunicarse con los muertos, una tabla con las letras del abecedario, los números del 0 al 9, y cuatro palabras más: Sí, No, Hola y Adiós.

¿Quién no ha pensado en utilizarla alguna vez? ¿Quiénes de vosotros no lo habréis hecho ya? Muchos afirman que es tan sólo un juego, pero nuestra historia de esta semana les hará cambiar de opinión.

Encendamos una vela, apaguemos las luces, démonos las manos, respiremos profundamente muy despacio y dejémonos llevar por el misterio que traen las letras de la tabla de madera. Hoy hablarán los muertos con nosotros…

Año 1991. Palencia (Castilla y León, España).

Rebeca es una niña de 12 años que vive en la capital palentina. Siempre le ha gustado jugar con las niñas del barrio en la calle, hablar de sus cosas y por qué no, de chicos también.

Un día las chicas decidieron hacer algo nuevo, algo tan atrevido que si sus padres se enteraran lo darían por un “terminantemente prohibido”.

Todas quedaron a las 17h en la puerta del portal, como siempre hacían. Pero esta vez no saldrían a la calle sino a la casa de una de ellas, ya que sus padres estaban de paseo por el barrio y habían dejado la casa libre para ellas.

Marimar, que así se llamaba una de ellas, sacó un papel blanco con letras escritas en él. Un abecedario, números, hola, adiós… ¡Una Ouija!

Nunca habían realizado ninguna sesión por lo que no sabían muy bien cómo hacerlo. Por lo que sacaron un libro sobre Ouija que habían tomado prestado de la sección de Ocultismo de la Biblioteca Municipal.

Se sentaron en círculo en el suelo pese a no gustarle demasiado la idea a Rebeca, ya que tenía unos leotardos blancos y no quería mancharlos tirándose por el suelo. Pero acabó accediendo.
Encendieron una vela, y colocaron un vaso sobre el “tablero” sobre el que cada una de ellas posaba un dedo.

-Nada de bromas ¡eh! – Decía Sonia mientras las otras reían.

Comenzaron preguntando - ¿Hay algún espíritu aquí?

Pero no ocurría absolutamente nada. Por lo que insistieron y volvieron a preguntar -¿Hay algún espíritu aquí?

El vaso comenzó a moverse. Pero Sonia levantó el dedo y empezó a protestar.

-Os dije que nada de bromas. No hagáis el tonto.

Tras un tiempo intentando explicarle que ellas no habían movido el vaso, intentar continuar con la sesión.

-¿Hay algún espíritu aquí? – E inmediatamente el vaso comenzó a moverse solo hacia la palabra “Sí” a la vez que la llama de la vela parpadeaba.

-¿Sabes quiénes somos? – Continuaron preguntando.

El vaso volvía a indicar que sí.

-¿Nos dejas que todas estemos aquí?

El vaso cambia de rumbo y se coloca sobre el “No”.

Todas extrañadas, empezaban a estar algo asustadas.

-¿Quién no quieres que esté aquí?

El vaso fue moviéndose a través de la R-E-B-E-C-A

Rebeca preocupada, asustada, le preguntó -¿Por qué yo?

El vaso volvía a repetir R-E-B-E-C-A

Rebeca, pensando que sus amigas querían gastarle una broma se negó a irse. Por lo que el espíritu comenzó a enfadarse y a insultar a través del tablero.

Las amigas, ya todas asustadas, decidieron zanjar la sesión, intentando despedirse del espíritu.

-Nos tenemos que ir, gracias por presentarte ante nosotras- Dijo Marimar

A lo que el tablero dijo “No”. No quería que cerraran la sesión. Estuvieron intentándolo varias veces pero el espíritu no accedía. No quería dejarlas marchar.

Rebeca se asustó demasiado, soltó el dedo del vaso, se levantó y echó a correr hacia la calle mientras la llama de la vela se apagaba.

-¡Rebeca! ¡No puedes irte! – Le gritaban sus amigas. Pero rebeca no hacía caso, tenía demasiado miedo y las esperó en las escaleras del portal.

A los 15 minutos bajaron sus amigas y comenzaron a contarle lo que el espíritu les había contado a través del tablero, cosas que sólo ellas sabían. Rebeca, asombrada, se levanta de las escaleras, y para el asombro de todas sus amigas, Marimar le dice:

-¡Tía! ¿Qué te ha pasado en los leotardos?

Rebeca baja la mirada, y aquellos leotardos tan blancos que llevaba puestos estaban completamente negros, quemados. El pánico entró en ella, se los quitó ipso facto y los tiró a la basura.

Desde entonces, nunca más quiso saber sobre Ouijas, tableros ni nada que le recordara a ello…



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